La vida de Fanty comenzó con tristeza. Su madre murió al dar a luz porque el hospital, aunque con buenos recursos, no le brindó la atención adecuada. Su padre, un duque, se llenó de ira y odio hacia el mundo, y esa furia se volvió contra Fanty.
Desesperado, el padre empezó a asesinar a personas inocentes y enterrarlas en su casa, creando un aterrador cementerio en el jardín. Fanty, a pesar de conocer las atrocidades de su padre, lo amaba y pasaba las noches cuidando y hablando con las tumbas.
Una noche, su padre la encontró en el cementerio y, enfurecido, la mató, culpándola de la muerte de su madre. Al morir, el alma de Fanty intentó ascender al purgatorio, pero las almas del cementerio la detuvieron, reconociendo su bondad.
Fanty despertó como un fantasma y, aunque no recordaba cómo murió, sintió que debía cuidar el cementerio y ayudar a las almas que allí vivían. Así encontró un propósito en su nueva existencia.